Antiguo arte de la orientación: preservando la navegación oceánica en las Islas Marshall

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Durante milenios, los habitantes de las Islas Marshall han navegado por el vasto Océano Pacífico no con instrumentos, sino con una comprensión íntima, casi visceral, del mar mismo. Este antiguo arte de orientarse, conocido como pilotaje de olas, se basa en detectar el oleaje, las corrientes y los cambios sutiles en los patrones de las olas que emanan de islas y atolones. Es una habilidad transmitida de generación en generación y ahora, ante los cambios culturales y la pérdida de poseedores de conocimientos clave, está experimentando un resurgimiento con la ayuda de la investigación moderna.

El arte de sentir el océano

Alson Kelen, un hábil navegante de las Islas Marshall, ejemplifica esta tradición. Prefiere navegar de noche, confiando en la capacidad de su cuerpo para interpretar los movimientos del océano. “Así es como navegan los marshaleses”, dice. “Navegan con el estómago”. Esto no es meramente poético; Pilotar olas implica una profunda conexión física con el mar, sintiendo el movimiento hacia arriba y hacia abajo, de lado a lado, de las olas para determinar la dirección y la distancia.

El proceso no es intuitivo. Requiere un entrenamiento riguroso, que culmina con una prueba administrada por jefes tribales para obtener el título de ri meto, una persona del mar. Durante siglos, este sistema aseguró que sólo aquellos con habilidades y conocimientos demostrados pudieran realizar viajes a través de cientos de millas de aguas abiertas.

Un legado interrumpido

La mitad del siglo XX trajo una ruptura devastadora a esta tradición. Las pruebas nucleares estadounidenses en las Islas Marshall desplazaron a las poblaciones indígenas y amenazaron la continuidad de las prácticas culturales. Sin embargo, a pesar de esta agitación, un pequeño grupo de navegantes, incluido el fallecido capitán Korent Joel, conservó el arte antiguo. Joel, uno de los últimos expertos ampliamente reconocidos en navegación tradicional, transmitió sus conocimientos a las generaciones más jóvenes, incluido su primo, Alson Kelen, antes de su muerte en 2017.

La supervivencia del pilotaje de olas durante este período pone de relieve su resiliencia cultural. La práctica no era simplemente un medio de transporte; estaba profundamente entrelazado con la identidad, la cosmología y la estructura social de las Islas Marshall.

Investigación moderna y renacimiento cultural

Hoy en día, está surgiendo un interés renovado en preservar este conocimiento, impulsado tanto por las comunidades indígenas como por investigadores internacionales. A principios de agosto, un equipo formado por marineros y científicos de las Islas Marshall se embarcó en un viaje de dos días para estudiar los procesos cognitivos detrás de la orientación.

María Ahmad, Ph.D. estudiante de neurociencia cognitiva en el University College London, encabeza el proyecto. Después de vivir en Marshalls durante años, reconoció la urgencia de documentar y salvaguardar esta habilidad única. “Quiero ser parte de mantener viva esa herencia”, afirmó.

La investigación se centra en comprender cómo los navegantes procesan la información sensorial: cómo traducen los movimientos sutiles del océano en una conciencia espacial precisa. Los hallazgos podrían tener implicaciones más amplias para la ciencia cognitiva, ofreciendo información sobre el razonamiento espacial humano y la capacidad del cerebro para integrar datos sensoriales complejos.

El futuro de la navegación oceánica

El resurgimiento del pilotaje de olas no se trata simplemente de preservar el pasado; se trata de adaptarlo al futuro. A medida que el cambio climático altera las corrientes oceánicas y los patrones climáticos, el conocimiento tradicional de los navegantes marshaleses podría volverse cada vez más valioso. Su capacidad para leer los cambios sutiles del mar puede ofrecer una ventaja única a la hora de navegar en un entorno que cambia rápidamente.

El proyecto dirigido por Maria Ahmad es un paso hacia unir el conocimiento tradicional con la ciencia moderna, asegurando que el arte de orientarse no sólo sobreviva sino que prospere en el siglo XXI. Las implicaciones culturales y científicas de este trabajo son profundas y demuestran que las formas más antiguas de navegación aún contienen lecciones para el futuro.

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