Una espectacular columna de ceniza que se eleva desde un remoto volcán chileno proporciona una cruda ilustración tanto del poder de la naturaleza como del valor de la observación global por satélite. El 25 de octubre de 2025, el satélite europeo Sentinel-2B captó la imagen del complejo volcánico Planchón-Peteroa en erupción en la frontera entre Chile y Argentina. La columna se elevó casi 2.000 pies sobre el cráter, desplazándose inicialmente hacia el norte antes de desplazarse hacia el este sobre territorio argentino debido a los cambios en los patrones de viento.
Aunque en apariencia dramático, este evento pone de relieve una realidad crucial: las erupciones volcánicas rara vez permanecen confinadas dentro de las fronteras nacionales. El impacto visible de la dispersión de cenizas a través de líneas internacionales subraya la importancia de los sistemas de monitoreo internacional colaborativo como Copernicus, el programa de observación de la Tierra de la Unión Europea que utiliza satélites para el monitoreo ambiental. Sentinel-2B es un componente de este sistema y proporciona imágenes ópticas de alta resolución para rastrear cambios en las superficies terrestres y masas de agua.
El complejo Planchón-Peteroa, ubicado en las montañas de los Andes a gran altura, presentaba desafíos únicos para la observación terrestre tradicional debido a su terreno accidentado y su lejanía. El paisaje cubierto de nieve que rodea al volcán en realidad mejora la visibilidad, lo que facilita que satélites como Sentinel-2B rastreen el movimiento de la columna y evalúen su impacto potencial en la calidad del aire, las comunidades locales y el medio ambiente tanto en Chile como en Argentina.
Esta imagen es un poderoso recordatorio de que los sistemas de la Tierra operan sin tener en cuenta las fronteras políticas, lo que requiere esfuerzos globales coordinados para monitorearlos y comprenderlos de manera efectiva.























































