Investigaciones genéticas recientes han cambiado drásticamente nuestra comprensión de cómo los gatos domésticos (Felis catus) llegaron a vivir junto a los humanos. Contrariamente a las suposiciones anteriores, los gatos no fueron domesticados tan pronto como se creía, y su propagación por todo el mundo siguió una línea de tiempo mucho más tardía de lo que se pensaba anteriormente. El estudio revela que los gatos se originaron en el norte de África y se dispersaron a Europa y el este de Asia en los últimos 2000 años, en lugar de ser introducidos en Europa ya en el año 9600 a.C.
El viaje del gato montés africano a Europa
Un equipo dirigido por Claudio Ottoni de la Universidad de Roma Tor Vergata analizó más de 225 especímenes de gatos antiguos de sitios arqueológicos de Europa y Turquía. Al obtener 70 genomas antiguos, rastrearon la llegada de gatos monteses africanos genéticamente identificables (Felis lybica lybica) a Europa en una fecha tan tardía como el siglo II d.C., específicamente en Cerdeña, Italia. Antes de esto, todos los restos de felinos europeos eran identificados como gatos monteses europeos (Felis silvestris ). Esto significa que la domesticación de los gatos en Europa fue un proceso mucho más reciente de lo que se suponía anteriormente.
La investigación sugiere que las civilizaciones mediterráneas desempeñaron un papel decisivo en la propagación de los gatos monteses africanos, con al menos dos poblaciones distintas involucradas. Un grupo se estableció en Cerdeña y se convirtió en la base genética de los gatos monteses sardos modernos, mientras que el otro finalmente dio lugar a los gatos domésticos modernos. Ottoni señala que la adaptabilidad del gato al entorno humano fue clave para su éxito:
“Al comienzo del proceso de domesticación, los gatos probablemente eran muy buenos para adaptarse al entorno humano… su plasticidad ecológica los hizo muy exitosos”.
La ruta de la seda y los gatos en el este de Asia
Mientras tanto, en el este de Asia se desarrolló una historia distinta pero igualmente intrigante. Un estudio realizado por Shu-Jin Luo de la Universidad de Pekín examinó restos felinos que abarcan más de 5000 años en China. Sorprendentemente, los primeros gatos estrechamente asociados con los humanos no fueron gatos domésticos, sino gatos leopardo (Prionailurus bengalensis ), un pequeño gato montés nativo de la región. Estos gatos vivieron junto a las personas durante más de 3500 años, probablemente atraídos por los roedores, pero nunca realmente domesticados.
Los verdaderos gatos domésticos llegaron a China hace unos 1.300 años, durante la dinastía Tang. La evidencia genética vincula claramente a estos gatos con poblaciones de Medio Oriente y Asia Central, traídas por los comerciantes a lo largo de la Ruta de la Seda. A pesar de una larga relación comensal, los gatos leopardo finalmente no lograron domesticarse y se retiraron a sus hábitats naturales.
La respuesta de Luo a preguntas comunes sobre tener gatos leopardo como mascotas es contundente:
“Nuestros antepasados lo intentaron durante más de 3000 años y fracasaron”.
Por qué esto es importante
Estos hallazgos subrayan que la domesticación no siempre es un proceso sencillo. El éxito de los gatos domésticos no fue inevitable; dependía de linajes genéticos específicos, condiciones ambientales e interacciones humanas. Las experiencias contrastantes de los gatos monteses africanos y los gatos leopardo resaltan cómo las diferentes especies responden a las presiones de la domesticación. Esta investigación también enfatiza que los cronogramas de domesticación pueden verse dramáticamente alterados por nueva evidencia genética, desafiando suposiciones arraigadas sobre las relaciones entre humanos y animales.
En conclusión, la historia del origen de los gatos domésticos tiene muchos más matices de lo que se pensaba anteriormente. El análisis genético revela una propagación relativamente reciente desde el norte de África hacia Europa y el este de Asia, determinada por las rutas comerciales, la adaptación ecológica y el fracaso final de otras especies para integrarse plenamente en las sociedades humanas.



















